Hijo mío que estás en la tierra, preocupado, solitario, desorientado.
Yo conozco perfectamente tu nombre, y lo pronuncio santificándolo
porque te amo.
¡No!... ¡No estás solo!, sino habitado por mí, y juntos construiremos
este Reino, del que tú vas a ser heredero. Me gusta que hagas mi
voluntad, porque mi voluntad es que tú seas feliz. Cuenta siempre
conmigo y tendrás el pan para hoy. No te preocupes. Sólo te pido que
sepas compartirlo con tus hermanos.
Sabes que te perdono de todas tus ofensas, antes incluso que las
cometas; pero te pido que hagas lo mismo con los que a ti te ofenden.
Para que nunca caigas en la tentación tómate fuerte de mi mano y yo
te libraré del mal.
Me agrada oírte clamar a Mí. Me agrada oírte cuando me buscas. Me
agrada que dediques a escucharme un tiempo que te parece valiosísimo.
Si dedicas tiempo a escucharme, me tomaré tiempo para responder,
ofrecer soluciones a tus problemas, proveer para tus necesidades y
darte mucho más abundantemente de lo que podrías pedir o hasta
pensar. No he dejado de hacerlo ni una sola vez.
Desde el principio de los tiempos hasta este día jamás he dejado de
escuchar y responder las peticiones que brotan de los labios de Mis
hijo(a)s.
Te quiere desde siempre,
Tu Padre..
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